José de Gregorio: “Mi preocupación es que el Banco Central se vaya a quedar atrasado con una política monetaria muy restrictiva”
Para el expresidente del instituto emisor, ni el último Imacec ni la reciente alza del dólar son “demasiada amenaza para la reducción de la inflación”. Menos aún, después del acotado IPC de 0,1% de agosto. Por lo mismo, plantea que “serían recomendables recortes mayores de la tasa de interés”, aludiendo a la magnitud de 75 puntos base en que la bajó esta semana la autoridad monetaria, llevándola a 9,5%. De lo contrario, advierte, podría haber “costos innecesarios en materia de actividad”
El expresidente del Banco Central (BC) y hoy decano de la Facultad de Economía y Negocios (FEN) de la Universidad de Chile, José De Gregorio, no rehúye los temas. Sólo hay uno del que no habla: la labor que está realizando como parte del Comité de Expertos que convocó el Ministerio de Hacienda para estimar el espacio fiscal que pueden generar las medidas para el crecimiento e inversión anunciadas en el marco del pacto fiscal, así como su efecto recaudatorio.
El economista analiza la segunda baja de la Tasa de Política Monetaria (TPM) efectuada por el instituto emisor esta semana -que la dejó en 9,5%- y la publicación de su Informe de Política Monetaria (Ipom) de septiembre. Si bien alaba la efectividad del ajuste monetario del BC en este ciclo, para revertir el escape de la inflación, marca sus diferencias con el manejo actual: él habría empezado antes a reducir las tasas y con mayor fuerza. Teme que si no se acelera el paso, haya costos innecesarios en materia de actividad. En cuanto a las reformas del gobierno, se muestra poco optimista, mientras que en lo relativo al proceso constitucional, todavía tiene confianza de que se pueda encauzar.
Esta semana el Banco Central concretó su segunda baja de tasas y moderó a 75 puntos base el recorte, versus los 100 puntos base de julio. ¿Comparte el ritmo al cual se está relajando la política monetaria?
-Lo que pasa es que el Banco Central en esta reunión observó dos cosas que lo llevaron a actuar con un poco de cautela. Una fue un Imacec de julio muy bueno, por encima de las expectativas del mercado. Y la otra es una depreciación del peso muy fuerte en las últimas semanas. Frente a ello, hay que evaluar el riesgo: ¿ese Imacec significa un cambio de ritmo y que ahora entramos en una fase de crecimiento, o es un dato puntual? Yo creo que, y lo confirma en sus proyecciones el Banco Central con el Ipom, se trata de un dato puntual: prácticamente no habrá crecimiento este año. Por lo tanto, sigue el mismo escenario de una economía estancada. En cuanto al tipo de cambio, tiene que ver mucho con que el dólar a nivel global se fortalece, por lo tanto su impacto inflacionario es distinto a cuando es sólo el peso la moneda que se deteriora.
Entonces, ¿le pareció bien la mayor cautela?
-Me pareció dentro de lo razonable, pero mi evaluación de riesgo es más moderada que la del Banco Central. No creo que ni lo observado desde el punto de vista de actividad ni de tipo de cambio sea demasiada amenaza para la reducción de la inflación.
¿Eso se vio refrendado por el acotado IPC de 0,1% de agosto, que sorprendió al mercado y dejó la inflación anual en un 5,3%?
-Absolutamente. Los datos mensuales de IPC ya están en torno a la meta. El Banco Central prevé en el Ipom una inflación a diciembre de 4,3%, pero no es descartable que sea levemente inferior a 4%, con lo cual ya vamos a estar muy cerca del 3% y convergiendo definitivamente a esa cifra en el primer semestre del próximo año. Entonces, mi preocupación es que el Banco Central se vaya a quedar atrasado con una política monetaria muy restrictiva, lo cual va a significar que corremos el riesgo de tener menos crecimiento y menos inflación de lo necesario.
¿Para evitar eso el BC tiene que intensificar las bajas de tasas en las próximas reuniones?
-Ahora hay una cosa distinta a cuando yo estaba en el BC. En vez de 12 reuniones al año, son 8, por lo tanto el ritmo de cambio que se requiere en cada reunión es mayor para impulsar una misma baja de tasas. ¿Qué pasa en este caso? Si el BC hace recortes de 75 puntos base en las dos reuniones que le quedan este año, vamos a tener a diciembre una inflación en torno a 4%, con una tasa en torno a 8%. Eso es un poco alto. Economía estancada, inflación cerca de 4% y tasa en 8%, cuando la neutral es en torno a 4%, la política monetaria será muy restrictiva. Entonces, efectivamente, serían recomendables recortes mayores de la tasa de interés. De lo contrario, podemos llegar a junio de 2024 con tasas cercanas a 5% y una inflación ya en 3%, con una economía que requiere recuperación.
Tiene que apurarse el Central…
-Pongámoslo así: no descarto que en los próximos meses el BC tenga que acelerar el ritmo de la baja de tasas. Llegar a mediados del próximo año con una tasa aún por sobre su nivel de largo plazo nos puede quitar un poco de estímulo para que la economía recupere un crecimiento más cercano al 2%. Esa es la parte que veo complicada.
¿Usted además habría partido antes con este proceso?
-Probablemente, habría estado con el voto de minoría del BC de junio y vendría bajando la tasa con algo más de velocidad de lo que se ha hecho. El riesgo es dejar una tasa de interés excesivamente alta por más tiempo del requerido, con costos innecesarios en materia de actividad, porque además la política monetaria opera con bastante rezago. Dicho todo esto, igual es importante señalar que estas son diferencias de segundo orden, puesto que el ajuste monetario ha sido muy bien hecho. Es un tremendo beneficio para todos los chilenos tener un BC ejemplar, capaz de revertir un fenómeno inflacionario bastante complejo como el que tuvimos.
¿Esta baja más rápida de la tasa que plantea, no presionaría una mayor escalada del dólar en Chile, que ya bordea los $900, impactando la inflación?
-El comportamiento actual del tipo de cambio está explicado, en gran medida, por la fortaleza del dólar en el mundo.
Pero también influye el diferencial de tasas con EE.UU., donde ellos están subiendo y nosotros bajando…
-Pero el diferencial de tasas no da para explicar cambios muy grandes. O sea, es difícil que pueda explicar cambios de 10% en el tipo de cambio, y además esa es la manera en que el tipo de cambio va actuando en el proceso de ajuste.
Es decir, no le preocupa mayormente.
-En lo cambiario todo puede pasar, pero no veo factores fundamentales que vayan a empujar de manera relevante el tipo de cambio en una u otra dirección.
En materia de crecimiento del PIB, el BC puso en 0% el techo para este año y en 2,25% para 2024. Será acotado el repunte…
-Eso tiene que ver con un problema de fondo de la economía chilena. Que su crecimiento potencial de largo plazo, está mucho más cerca del 2%-1,5%, con suerte. Deberíamos aspirar y esforzarnos por llegar a tasas más sistemáticas en torno al 3%, pero no es fácil, necesitamos trabajar bastante. Igual, quiero destacar una cosa bien notable que pasa con Chile y con otras economías emergentes: que hemos pasado las peores crisis que uno se podría imaginar en los últimos 20 años y no hemos tenido un colapso. Y eso se debe al avance de la política económica y de las instituciones. También hay que mirar ese lado positivo: la resiliencia y la capacidad de resistir embates políticos, sanitarios, financieros.
Pensando ya en 2024, ¿la economía mundial nos ayudará o puede ser más bien un lastre, sobre todo si EE.UU. cae en recesión?
-Yo diría que el mundo va a ser relativamente neutral para nosotros. No veo sorpresas ni riesgos muy grandes. Vamos a tener una economía global con algo más de tasas de interés, pero probablemente nada muy significativo como para que cambie nuestro escenario normal de financiamiento. En el caso de EE.UU., es una economía con una tremenda resiliencia y si bien los indicadores financieros, la pendiente de curva de tasas, todo indica que debería tener una recesión, cuando uno va a los indicadores de productividad, parece que podría capearla. Entonces, creo que puede tener una recesión, pero muy acotada, no una recesión profunda.
¿Y en cuanto a China?
-China es de los pocos casos que ha crecido mucho por un tiempo muy prolongado, pero en algún momento tenía que bajar. Y bajar a tasas de 5% es algo que esperábamos. Ahora, cuando una economía como China, que ya llega a ser cerca del 20% global y la segunda del mundo, crece al 5%, es muy distinto y puede proveer más al resto, que cuando crecía al 10%, teniendo una economía diminuta. Dicho eso, tiene cosas que nos preocupan, sobre todo sus problemas en el mercado de la vivienda y el peligro de que contamine al sistema financiero, pero de momento lo veo improbable.
A nivel interno, ¿el clima político y el avance o estancamiento de las reformas, cómo pueden impactar el desempeño de la economía el próximo año?
-Debiera haber un compromiso de Estado de hacer todo lo posible, dentro de las restricciones que tenemos hoy día, por impulsar el crecimiento. Y ahí un problema central en la economía chilena es que tenemos una institucionalidad política que no colabora con el crecimiento. Y esto lo pongo en un sólo ejemplo: llevamos más de diez años con discusiones previsionales. Todos sabemos que al menos la tasa de cotización extra tiene que ser de 6% y nos hemos perdido una década de estar cotizando más. Entonces, que este gobierno no termine con una reforma de pensiones, me preocupa en extremo. Estoy pesimista al respecto.
¿Y en el caso del pacto fiscal?
Respecto del pacto fiscal, veo muchas dificultades de llegar a puerto en el tema tributario. Se le enturbió mucho el escenario al gobierno después de todos los escándalos que hemos tenido con las fundaciones. Desde el punto de vista de presentación pública, de venderle el proyecto al país, obviamente se le hace más difícil. Pero también sabemos y lo hemos visto en gobiernos anteriores, de que esto de que todo lo vamos a hacer reduciendo el gasto, nadie lo ha podido hacer.
Dada esa dificultad, ¿es posible que el gobierno deba olvidarse de la parte de subir impuestos y quedarse sólo con el proyecto en contra de la evasión y elusión?
-Obviamente en evasión y elusión es más fácil avanzar, pero también hay que tener cuidado, porque ese proyecto implica medidas que a veces tampoco gustan, como por ejemplo, el hacer mucho más simple el suprimir el secreto bancario.
Si todo falla, ¿qué va a pasar con los recursos que el gobierno requiere?
-El gobierno ha demostrado ser muy riguroso en materia fiscal. Si no tiene los recursos, estoy seguro que no va a gastar. Pero, obviamente, eso limita la capacidad de cumplir su programa, y es algo complejo.
¿Cómo ve a Chile en los próximos dos a tres años?
-Pese a todo, soy un optimista sobre Chile y la capacidad de resolver sus problemas, y es lo que vivimos desde el estallido social hasta hoy. En muchos otros países se hubiese producido un colapso, habría habido un populista autoritario gobernando. En vez de eso, Chile logró un camino institucional. En esa dimensión creo que somos un país con bastante madurez, donde la gente no desprecia los 30 años y valora a donde hemos llegado, pero donde tenemos muchas cosas pendientes también. Lo que nos falta es una vocación más productiva en hacer política económica, en el contexto de cómo empujamos el progreso del país, y ahí mucho tiene que ver con el funcionamiento de nuestro sistema político. Así, en el corto plazo, no creo que vaya a cambiar demasiado nuestra mediocre capacidad de crecimiento, pero pienso que los riesgos para el país son relativamente acotados. Ahora, un país no puede vivir en la mediocridad de su desempeño económico en forma permanente, porque eso genera tensiones que al final desfondan el sistema.
¿Usted considera que Javiera Martínez es la mejor directora de Presupuestos desde 1990, como dijo el ministro de Hacienda?
-Yo no soy capaz de decirlo respecto a presidentes del Banco Central, menos respecto a un director de Presupuestos. No corresponde.
¿Se equivocó Mario Marcel en esa defensa? ¿Complicó más la situación de Martínez?
-Más allá de la validez de su afirmación, ha sido objeto de mucho meme. Cuando una afirmación es objeto de mucho meme, es complejo. Yo me he reunido con Javiera Martínez, tengo muy buena opinión de ella, pero obviamente está en el medio de un problema muy complejo para el gobierno.
Espero que esto no se convierta en una campaña de caída de personajes. Tenemos un problema muy complicado con el tema de las fundaciones, que si además lo empezamos a personalizar, hace mucho más difícil el tratar de resolverlo.
Un sector de la oposición está pidiendo la renuncia de la directora. ¿Cuánta validez le resta eso en un cargo que es clave para todo gobierno?
-Esa es una cosa que va a tener que evaluar ella y que va a evaluar el ministro. Hacienda fue tremendamente efectivo en hacer el ajuste fiscal y eso es lo que hay que valorar. Después los responsables tendrán que hacer las evaluaciones del personal, que es algo que no me corresponde a mí.
¿Pero en qué pie queda ella para llevar adelante la discusión del Presupuesto de la Nación 2024, que parte a fines de septiembre?
-Por eso digo, la evaluación de personal que la hagan quienes les corresponde. Desde el punto de vista de la actuación pública, ojalá que esto no se personalice.
El Consejo Constitucional despachó al pleno la primera versión de su propuesta de nueva Constitución, sin acuerdo. ¿Cómo está viendo el proceso?
-Estoy relativamente preocupado, porque sería vergonzoso dos rechazos. Además, tal como lo dije en el proceso anterior y fui criticado, sin una aprobación de un 60%, es bien débil. Necesitamos un proyecto que no sólo gane una elección, sino que se apruebe mayoritariamente. Y así como la ultraizquierda falló la vez anterior, porque no fue capaz de abrirse a un proyecto que nos uniera a todos, creo que hoy sería el gran fracaso de los republicanos.
Usted se manifestó en contra de la enmienda, precisamente de republicanos, que exime del pago de contribuciones a la primera vivienda…
-Es muy difícil encontrar economistas que estén a favor, sobre todo, porque el tema tributario no puede ir en la Constitución. Y respecto del fondo, ningún país razonable no tiene contribuciones. Las contribuciones son una tremenda fuente de ingresos progresivos. Lo que me preocupa es que se entre en una discusión que es bien técnica, sin el soporte necesario. Pero soy optimista de que esto de las contribuciones fue un ataque populista de corto plazo.
¿Cree que se caerá en la votación del pleno?
-Sí, es de esperar que se actúe con madurez. El gran problema de la Convención anterior era que había tantas cosas que uno pudiera haber querido cambiar, que negociaban. Decían “cambiamos esta, pero deja esta”. Igual, lo que quedó, hizo que el proyecto se rechazara. Ahora se debe evitar que eso ocurra, hay que ser muy responsables. El esfuerzo que había hecho el Comité de Expertos era bastante bueno. Uno puede tratar de arreglar las cosas, pero no empezar a inventar todo de nuevo.
Otro ejemplo. En temas del Banco Central (BC) se vuelve exactamente a lo que había el 90, cuando hemos avanzado en banca central en el mundo entero en los últimos 30 años.
¿Se refiere a las enmiendas que se aprobaron?
-Las enmiendas son bastante inocuas, porque en el fondo es replicar la ley constitucional que rige al Banco Central, que es bastante buena, pero se le habían hecho cambios que la hacían aún mejor. Se cambiaba la expresión “estabilidad de la moneda” por “estabilidad de precios”, para que el foco sea la inflación y no la moneda, lo que se puede prestar para que alguien diga que el rol del Banco Central es el tipo de cambio. Ahora se volvió a la versión más anticuada. Y lo mismo con la norma de que el BC pudiera, en ocasiones excepcionales, actuar en el mercado secundario de bonos del Tesoro. El BC no puede financiar al Fisco, no puede pasarle plata ni comprarle títulos de primera emisión, y eso está muy bien. Pero para hacer operaciones monetarias tiene que entrar al mercado secundario, y en algún momento puede necesitar hacer intervenciones en las cuales no encuentre mucho papel para inyectar liquidez. Por eso hace un par de años se discutió en el Congreso y se dijo, “vamos a poner que en situaciones excepcionales se puedan hacer operaciones de mercado secundario (con bonos del Tesoro)”. Ahora eso se sacó.
Pero dice que esas son cosas en el margen. ¿Qué materia es la que más le preocupa?
-Lo que más me preocupa es qué va a pasar con el régimen político. Uno espera que ahí se acabe la extrema fragmentación, poner límites. Eso va a motivar mucho mi decisión final, tomando en cuenta que puede haber otras cosas que no me gusten.
¿Si no se aprueba este nuevo texto, le pega a la economía al dejar una fuente de incertidumbre abierta?
-Yo tengo preocupación, pero confianza de que esto se debiera encauzar, porque hay mucha gente haciendo el esfuerzo dentro del Consejo. Ahora, si no se logra, obviamente que afecta, porque es una cosa que queda pendiente. El 80% de los chilenos pidió una nueva Constitución en el primer plebiscito. No ser capaz como país de darle eso, muestra, de nuevo, un fracaso de nuestro sistema político.